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dijous, 12 de maig del 2011

El nen interior --- El niño interior

[Entrada 66]


El nen interior


L'adolescència com a trànsit de nen a adult es caracteritza per un trencament amb aquesta infància per poder esdevenir adult. Pel que es veu el que fem és empaquetar aquest nen i mantenir-lo en la nostra ment en forma de nen interior, el nostre nen interior.

El nen interior es el Jo autèntic, la nostra essència més genuïna. Tots tenim aquest nen interior, que permet que hi puguem connectar i reconèixer allò més preciós de nosaltres: les emocions i sentiments autèntics, els recursos interns, la vitalitat, la creativitat, la il•lusió, la sensibilitat, la innocència, els desitjos i necessitats i l'instint de supervivència. El nen interior recull, doncs, emocions, sentiments i instints essencials, els nostres dons d'origen, de naixement.

Però aquest nen també recull totes les ferides de la nostra infantesa: les pors, les frustracions, les vergonyes, les culpes, que ens omplen de falses creences, recels i altres sentiments i emocions negatives. Tot això en conjunt forma el nostre "ego".

Tots busquem retrobar el nen interior, el nostre Peter Pan, un nen ferit que s’ha blindat el cor per no sentir-se desolat. Vivim a la recerca d’aquest infant fins que no el recuperem i el reintegrem a la personalitat adulta, després d’haver assumit que tots els moments en què hem sentit solitud, dolor, ràbia, abandonament o frustració ens han servit per créixer i aprendre a mirar la vida sense prejudicis ni arrogància.

Convé lluitar per curar o sanar al nostre nen interior de les ferides rebudes. Avançar en reconèixer-lo i alliberar-nos de la culpa i el ressentiment. El perdó com camí per a la nostre pau interior. Identificar els nostres objectius i avançar en el camí per aconseguir-los.

L'error és cedir davant d'aquestes ferides, dient "sóc així" i conformar-nos amb la nostra manera de ser tot i que no ens agradi. L'adult amorós és aquell que ha aconseguit curar les ferides del seu nen interior.

Mimem el nostre nen interior? Molts de nosaltres descuidem les nostres emocions i el nostre cos; el nostre cervell “sensible”, en benefici del cervell “pensant”. Passem el temps raonant, mentre que ens sembla irrisori “dialogar” amb les nostres emocions i el nostre cos. Les emocions i els sentiments defineixen la nostra identitat: Qui som?

Si no harmonitzem l’aspecte emotiu amb el lògic i racional, continuarem estant dividits entre el “jo desitjo...” i el “he de...” i aquests conflictes constants esgotaran les nostres energies, convertint-nos en persones cansades, deprimides, malaltes...

És beneficiós acostumar-nos a reconèixer i ser conscients de les nostres pors, de la nostra ràbia, de les nostres tristeses, de les nostres alegries i a expressar les nostres emocions.

Les possibles ferides del nostre nen interior que no han quedat resoltes contínuament estan interferint en les nostres intervencions educatives i en les nostres relacions personals. En aquest sentit, moltes vegades ens trobem atrapats en velles guerres amb els nostres pares, als que els hi reclamem coses que, avui per avui, ells no poden resoldre ni modificar. És molt important prendre consciència de tots aquests fets i mirar de separar-nos-en perquè mantenir-nos en peu de guerra no aporta cap benefici a la nostra vida actual i quotidiana.

La verdadera pàtria és la nostra infància. Els primers anys de vida marquen l'existència i és a l'infant que vam ser i que som, i on hi ha les claus per l'autoconeixement. Tot plegat està enregistrat en el nostre subconscient.

Una abraçada.




El niño interior


La adolescencia como tránsito de niño a adulto necesita de una ruptura con esa infancia para poder llegar a ser adulto. Por lo que se ve lo que hacemos es empaquetar ese niño y mantenerlo en nuestra mente en forma de niño interior, nuestro niño interior.

El niño interior es el Yo verdadero, nuestra esencia más genuina. Todos tenemos ese niño interior, que permite que podamos conectar y reconocer lo más bello de nosotros: las emociones y sentimientos auténticos, los recursos internos, la vitalidad, la creatividad, la ilusión, la sensibilidad, la inocencia, los deseos y necesidades y el instinto de supervivencia. El niño interior recoge, pues, emociones, sentimientos e instintos esenciales, nuestros dones de origen, de nacimiento.

Pero ese niño también recoge todas las heridas de nuestra infancia: los miedos, las frustraciones, las vergüenzas, las culpas, que nos llenan de falsas creencias, recelos y otros sentimientos y emociones negativas. Todo esto en conjunto forma nuestro "ego".

Todos buscamos reencontrar el niño interior, nuestro Peter Pan, un niño herido que se ha blindado el corazón para no sentir-se desolado. Vivimos en busca de este niño hasta que no lo recuperamos y el reintegramos a la personalidad adulta, después de haber asumido que todos los momentos en que hemos sentido soledad, dolor, rabia, abandono o frustración nos han servido para crecer y aprender a mirar la vida sin prejuicios ni arrogancia.

Conviene luchar para curar o sanar a nuestro niño interior de las heridas recibidas. Avanzar en reconocerlo y liberarnos de la culpa y el resentimiento. El perdón como camino para nuestra paz interior. Identificar nuestros objetivos y avanzar en el camino para conseguirlos.

El error es ceder ante estas heridas, diciendo "soy así" y conformarnos con nuestra manera de ser aunque no nos guste. El adulto amoroso es aquel que ha logrado curar las heridas de su niño interior.

¿Mimamos a nuestro niño interior? Muchos de nosotros olvidamos nuestras emociones y nuestro cuerpo, nuestro cerebro "sensible", en beneficio del cerebro "pensante". Pasamos el tiempo razonando, mientras que nos parece irrisorio "dialogar" con nuestras emociones y nuestro cuerpo. Las emociones y los sentimientos definen nuestra identidad: ¿Quiénes somos?

Si no armonizamos el aspecto emotivo con el lógico y racional, continuaremos estando divididos entre el "yo deseo…" y "tengo que..." y estos conflictos constantes agotarán nuestras energías, convirtiéndonos en personas cansadas, deprimidas, enfermas...

Es beneficioso acostumbrarnos a reconocer y ser conscientes de nuestros miedos, de nuestra rabia, de nuestras tristezas, de nuestras alegrías y expresar nuestras emociones.

Las posibles heridas de nuestro niño interior que no han quedado resueltas continuamente están interfiriendo en nuestras intervenciones educativas y en nuestras relaciones personales. En este sentido, muchas veces nos encontramos atrapados en viejas guerras con nuestros padres, a los que les reclamamos cosas que, hoy por hoy, ellos no pueden resolver ni modificar. Es muy importante tomar conciencia de todos estos hechos e intentar separarnos de ellos porque mantenernos en pie de guerra no aporta ningún beneficio a nuestra vida actual y cotidiana.

La verdadera patria es nuestra infancia. Los primeros años de vida marcan la existencia y es el niño que fuimos y que somos, y donde están las claves para el autoconocimiento. Todo ello está registrado en nuestro subconsciente.

Un abrazo.

9 comentaris:

Vergónides de Coock ha dit...

INTERESANTE TU BLOG BILINGÜE, X OTRO LADO, ESA PATRIA SALE EN PINOCCHIO Y SE LLAMA PLEASURE ISLAND.

Damian ha dit...

interesante, todo esta relacionado con nuestra niñez a través de nustro desarrollo.

Unknown ha dit...

Tienes mucha razón. Intentamos esconder al niño que fuimos pero realmente lo que tendíamos que hacer es aprender de él, ya que en la infancia hay cosas que aunque no lo creamos nos marca el resto de nuestra vida y de ello podemos aprender muchísimo mirando el pasado.
Es verdad que estar en pie de guerra y quejándonos de todo no nos hace ningún bien, aunque creo que de eso también aprenderemos cuando seamos mayores y entenderemos a nuestros padres. Es una etapa, como otra cualquiera, de la que podemos aprender mucho en el futuro y también en el mismo presente ^^
Una gran entrada =D
Besoos!

Kotei ha dit...

Yo hay muchas veces que siento que mi comportamiento, mi forma de actuar, es como la de un niño pequeño, y siento que quizas es que no dejé que ese niño creciera poco a poco. Esta dentro atrapado y no hay manera de sacarlo, le asusta mucho el mundo real. Es bueno sacarlo y que el mismo vaya madurando, aun cuando para otras cosas es positivo que esté ahí.

Un beso

Roberto T ha dit...

Te doy toda la razón, porque para bien o para mal nuestra patria verdadera es la infancia. Incluso nuestra personalidad se construye en base a vivencias de nuestra más remota infancia que ni siquiera recordamos. Yo creo que el tránsito a la vida adulta no nos tiene por qué hacernos perder la parte positiva de ser niños (en lo emocional, como tú has nombrado), pero tampoco debe impedirnos desarrollar la racionalidad de los adultos, que sin ella tampoco podríamos ser autónomos en nuestra siguiente etapa de la vida. Luego están las heridas de las que hablas, que es mejor curarlas a tiempo (incluso acudiendo a profesionales), porque podemos arrastrar su dolor el resto de nuestra existencia. Una forta abraçada.

Insolente ha dit...

Cierto.
La respuesta a nuestras emociones -escucharlas, atenderlas, comprenderlas y asumirlas o, ocultarlas, ahogarlas, sustituirlas- trazara el mapa de nuestras actitudes y comportamientos, de nuestra felicidad o nuestra desilusion y posteriores decepcion y depresion. Por eso, es urgente que, esta sociedad, eduque a sus individuos en identificar y gestionar adecuadamente cuantas emociones concursan en los diferentes estadios de la formacion de un ser humano. Pero, a esta misma sociedad, le resulta infinitamente mas rentable docilizarnos, domesticarnos y condicionarnos para formar parte del engranaje programado en vez de alentarnos a conocernos. Porque, eso seria democracia y, todos sabemos que, la democracia actual, en su imposicion, es su propia negacion. Pero, esa es otra historia,...
El Templo de Delos, en su entrada, mostraba esta maxima: "Conocete a ti mismo". ¿A que esperamos?

Josep Peaceforever ha dit...

Marcos Dreamer: Ese niño conserva además nuestros miedos y frustraciones y como eso a veces nos limita y no nos deja avanzar, debemos saber luchar contra eso, debemos saber convencerle de que ciertas cosas que arrastra con él no tienen sentido. Además me parece que el aprendizaje de adolescente debe incluir ese el tomar consciencia de todo lo que arrastra de su infancia.

Me parece que el adolescente (y el adulto tampoco) no deben renunciar a cambiar las cosas, no conformarse con lo que son ahora, al fin y al cabo no tenemos porqué ser como nuestros padres. Tenemos derecho a colaborar en la evolución de la humanidad...
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Kotei: Creo que lo captaste muy bien. Como todo tiene cosas buenas y malas, por tanto creo que lo primero es conocerlo y a partir de ahí disfrutar de sus aspectos positivos y mirar como atenuar sus efectos negativos si no podemos contrarrestarlos completamente.
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Rober Tenique: Solo puede aplaudirte, has hecho un resumen magistral de mi texto. Fenomenal.
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Insolente: Tus aportaciones siempre son tan inestimables que no puedo más que añorarlas cuando por lo que sea tardan en llegar... Desde luego tienes muchísima razón en eso de que el autoconocimiento es esencial.
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Antes de los problemas que hubo con Blogger (12 y 13 de mayo) que afectaron a todos los blogs, y como no a este, vi algún comentario más pero desgraciadamente se perdieron en el fragor de la batalla... Me sabe mal porque creo que había alguno de alguien que comentaba por primera vez y me hubiera hecho mucha ilusión que la cosa no se quedara ahí...

Muchas gracias por haberos pasado y muy especialmente por el comentario.

Un abrazo

Anònim ha dit...

Es que yo creo que la sociedad nos obliga a matar a ese niño. Nos obliga a ponernos serios, y levantar el mentón, y dejar de reír sin complejos, nos obliga a ser precavidos con los demás, a mantener las distancias, a trabajar en algo serio, a abandonar la imaginación...
Y muchas veces, si te queda algo de ese niño que alguna vez fuimos, nos encontramos con la incomprensión, y con el rechazo, cuando no con el insulto.
Y a veces, esa inocencia que tuvimos, esa alegría... nos vendría tan bien... sip.

besos.
muchos.
envueltos.

Josep Peaceforever ha dit...

tatojimmy: Aunque la sociedad pretenda que lo matemos el niño queda ahí agazapado controlando lo que hacemos, interfiriendo en nuestra vida sin dejarse ver. Por un lado condicionando nuestros gustos en función de nuestras experiencias infantiles, y por el otro manteniendo vivos miedos y recelos de nuestra más tierna infancia. Como todo tiene aspectos positivos y negativos...

La sociedad nos obliga a matar muchas de las cosas buenas de la infancia, nos llena de resabios y de prejuicios, nos hace renegar de nuestros instintos y nos obliga a abandonar la imaginación y la desinhibición... Y al final te dicen: no seas infantil, cuando consigues recuperarlo.

Muchas gracias por pasarte y muy especialmente por el comentario.

Un abrazo.

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