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Com t'ho diria (8)
Sempre fèiem el campament durant la primera quinzena de juliol. Durava uns deu dies, el cap de setmana fèiem la festa dels pares que aquell any havíem organitzat ell i jo. La setmana següent solíem fer una ascensió en algun pic proper, així com a gran aventura, un raid.
La festa va anar de conya, perfecta, tothom en va quedar molt content, ens van felicitar, i quan van marxar els pares ens van donar una estona lliure. Estàvem contents i cansats, més per la tensió que per la feina que havíem fet, així que ens vam estirar una estoneta prop del riu. Estàvem sols. Vam començar a xerrar.
—Ho veus capullo com sóc bo organitzant coses —vaig dir rient.
—Au! Vinga! Que sense mi no te n'hauries sortit —va dir fent veure que estava picat.
—Què dius? Si no has fet res, ets pràcticament inútil —vaig seguir en broma, ell sabia que no ho deia seriosament, però va ser suficient per justificar una falsa baralla, per treure'ns la tensió del dia.
Primer una empenteta, un cop, un altre, se'm va tirar a sobre... Vam rodolar una mica per terra i no vaig poder evitar la erecció, però per a la meva sorpresa vaig notar que ell també en tenia una... En Raül estava trempant... No ho vaig poder evitar, no podia perdre aquella oportunitat... Li vaig fotre mà directa i obertament a la polla. Per sobre de la roba, és clar. Es va aixecar d'una revolada i va marxar corrents. El vaig cridar...
—RAÜL, PERDONA'M! NO TE'N VAGUIS!
No es va ni girar. No em va mirar a la cara ni em va dirigir la paraula, ni aquell dia ni els que el van seguir. Jo em vaig quedar fet merda, ensorrat, ara em sentia culpable. Fins i tot vaig dormir malament. I així va arribar el dia del raid. Ens vam llevar aviadíssim per poder fer l'ascensió amb calma. Vam començar a caminar amb les primeres llums del dia. Jo estava fet pols i em costava de seguir el ritme del grup. Ell en canvi anava dels primers, volia anar lluny meu. Vam fer el cim amb el temps previst, tot anava sobre rodes. Un cop a dalt em vaig sentir millor i em vaig animar. Vaig començar a fer el burro, a dir bestieses i a fer riure a tothom.
A l'hora del descens, vam començar a fer carreres, sense tenir gaire cura, en un revolt una mica despenjat vaig relliscar, vaig perdre l'equilibri i vaig caure fora del camí, hi havia un pendent molt pronunciat i després un espadat. Vaig rodolar pendent avall recordo que vaig obrir braços i cames tant com vaig poder per intentar aturar-me, després recordo la sensació de volar, el pànic es va apoderar de mi, després un cop sec i res més.
Tothom es va quedar de pedra, blancs com el paper quan em van veure desaparèixer pel precipici. En Raül va ser el primer a reaccionar va seguir corrent camí avall fins a superar el precipici després va córrer per sota de la paret de l'espadat fins que em va trobar inconscient. Va comprovar que era viu, li van saltar les llàgrimes i va començar a cridar per alertar a la resta de què m'havia trobat i que respirava. De seguida va aparèixer els caps i van dir que no em podíem tocar per si m'havia trencat res important o per si hi havia hemorràgia interna. Una part del grup va córrer a buscar ajuda. En Raül no es va voler moure del meu costat. En aquells temps això dels mòbils encara no s'havia imposat, ningú en tenia.
Quan vaig obrir els ulls em baixaven dins d'una llitera d'aquestes de muntanya on jo anava tot lligat, el primer que vaig veure va ser la cara d'en Raül que anava al meu costat, amb el ulls tots vermells.
—Que ha passat? —vaig dir. En Raül va fer un bot d'alegria.
—Ei! Que ha parlat! —va dir cridant. Els que em duien es van aturar, jo no els coneixia de res. Em van començar a preguntar com estava, què em feia mal, si hi veia bé, si em rodava el cap, el meu nom, la meva edat... Jo vaig anar contestant una mica atabalat. De seguida vam reprendre en camí, jo a la llitera sense mourem. Quan vam arribar a baix hi havia una ambulància esperant, m'hi van carregar. Hi pujar un dels caps i a tota màquina cap a l'hospital.
Els van dir que no semblava estar gaire malament, però que m'havien de fer radiografies i tenir-me en observació perquè havia perdut el coneixement.
Una abraçada.
Cómo te lo diría (8)
Siempre íbamos de campamento durante la primera quincena de julio. Duraba unos diez días, el fin de semana celebrábamos esa fiesta de los padres que ese año habíamos organizado él y yo. La semana siguiente solíamos hacer una ascensión a algún pico cercano, a modo de gran aventura, un raid.
La fiesta fue de coña, perfecta, todo el mundo quedó muy contento, nos felicitaron, y cuando se fueron los padres nos dieron un rato libre. Estábamos contentos y cansados, más por la tensión que por el trabajo que habíamos hecho, así que nos tumbamos un rato cerca del río. Estábamos solos. Empezamos a charlar.
—Lo ves capullo como soy bueno organizando cosas —dije riendo.
—¡Vamos! ¡Anda! Que sin mí no hubieras fracasado —dijo haciendo ver que estaba picado.
—¿Qué dices? Si no has hecho nada, eres prácticamente inútil —seguí en broma, él sabía que no lo decía en serio, pero fue suficiente para justificar una falsa pelea, para sacarnos la tensión del día.
Primero un empujoncito, un golpe, otro, se me echó encima... Rodamos un poco por el suelo y no pude evitar la erección, pero para mi sorpresa noté que él también tenía una... Raúl estaba empalmado... No lo pude evitar, no podía perder esa oportunidad... Le puse mi mano directa y abiertamente en la polla. Por encima de la ropa, claro. Se levantó de un salto y se marchó corriendo. Le llamé...
—¡RAÚL! ¡PERDÓNAME! ¡NO TE VAYAS!
Ni siquiera se giró. No me miró a la cara ni me dirigió la palabra, ni ese día ni los que le siguieron. Yo me quedé hecho una mierda, derrumbado, ahora me sentía culpable. Incluso dormí mal. Y así llegó el día del raid. Nos levantamos prontísimo para poder hacer la ascensión con calma. Empezamos a caminar con las primeras luces del día. Yo estaba hecho polvo y me costaba seguir el ritmo del grupo. Él en cambio iba de los primeros, quería ir lejos de mí. Llegamos la cumbre en el tiempo previsto, todo iba sobre ruedas. Una vez arriba me sentí mejor y me animé. Empecé a hacer el burro, a decir tonterías y a hacer reír a todo el mundo.
A la hora del descenso, empezamos a hacer carreras, sin tener mucho cuidado, en una curva un poco descolgada resbalé, perdí el equilibrio y caí fuera del camino, había una pendiente muy pronunciada y luego un acantilado. Rodé cuesta abajo recuerdo que abrí brazos y piernas tanto como pude para intentar pararme, después recuerdo la sensación de volar, el pánico se apoderó de mí, luego golpe seco y nada más.
Todo el mundo se quedó de piedra, blancos como el papel cuando me vieron desaparecer por el precipicio. Raúl fue el primero en reaccionar siguió corriendo por el camino hacia abajo hasta superar el precipicio después corrió por la parte baja de la pared del acantilado hasta que me encontró inconsciente. Comprobó que estaba vivo, le saltaron las lágrimas y empezó a gritar para alertar al resto de que me había encontrado y que respiraba. Enseguida aparecieron los jefes y dijeron que no me podían tocar por si me había roto algo importante o por si había hemorragia interna. Una parte del grupo corrió a buscar ayuda. Raül no se quiso mover de mi lado. En aquellos tiempos eso de los móviles aún no se había impuesto, nadie tenía móvil.
Cuando abrí los ojos me bajaban en una camilla de esas de montaña donde yo iba completamente atado, lo primero que vi fue la cara de Raül que iba a mi lado, con los ojos enrojecidos.
—¿Que ha pasado? —dije. Raúl dio un salto de alegría.
—¡Eh! ¡Que ha hablado! —dijo gritando. Los que me llevaban se detuvieron, yo no los conocía de nada. Me empezaron a preguntar cómo estaba, qué me dolía, si veía bien, si me rodaba la cabeza, mi nombre, mi edad... Yo fui contestando un poco aturdido. Enseguida reemprendimos el camino, yo en la camilla sin moverme. Cuando llegamos abajo había una ambulancia esperando, me cargaron en ella. Subió uno de los jefes y a toda máquina hacia el hospital.
Les dijeron que no parecía estar muy mal, pero que tenían que hacer radiografías y tenerme en observación porque había perdido el conocimiento.
Un abrazo.
5 comentaris:
Esto no lo he leido antes.???? como esta, que hace mucho que no me paso por aquí. Uf, perdona, voy a ponerme al día con el blog.
Besos
Sentirse culpable por algo accidental, es tan inutil como frecuente. Y tan comun como que a un adolescente le resulte dificil abrirse a su propia homosexualidad.
Ahora sera Raul quien se sienta responsable del despeñamiento de su amigo, entrando en una espiral de responsabilidades atribuidas mutua y ficticiamente. En fin; seres humanos...
Bienvenido, Peace-for-ever. Todos nos alegramos de reencontrarte.
Por cierto; ¿Por que casi todos tus personajes se traumatizan antes de reaccionar a su naturaleza? Me resulta curioso...
Besos, compañero; insisto: bienvenido. :)
Kotei: Efectivamente, esto lo había publicado en mi blog anterior.
No hay nada que perdonar, todo tenemos derecho a unas amplias vacaciones en todos los ámbitos de nuestra vida. No pasa por que hayas desconectado una temporada.
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La Salamandra: Muchas gracias por tu bienvenida.
No sé muy bien que decirte respecto a eso de la traumatización, puede que sea un reflejo de lo que he vivido, a mi experiencia y de las experiencias de la gente que conozco del colectivo LGBT.
Ese sentirse culpable por algo que no has hecho me parece que es muy cultural, educacional, más que consustancial en el género humano.
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Muchas gracias por pasaros y muy especialmente por el comentario.
Un abrazo.
si le coje asi de frente, por mas empalmado pues este cualquiera se asusta un poco. asi fue que se cayó, ahora entiendo porque ya estaba en la cama en el post que ya comenté.
Damian: Jajajajajaja... Cuando se leen las cosas en orden son más fáciles de comprender... Jajajajaja...
Es cierto que a esas edades eso de que te pillen empalmado resulta complejo.
Muchas gracias por pasarte y muy especialmente por el comentario.
Un abrazo.
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